Corsé

Al iniciarse el siglo aún persistía la silueta en la que el talle de “avispa” constituía el aespecto fundamental de la elegancia femenina. Poco a poco, este ideal fue transformado en lo que contituyó la imagen de la característica de la mujer de los primeros años de 1900.

Fuente: La Moda Elegante. Periódicos del Siglo XIX, México, septiembre de 1899, p. 23

Ello fue posible gracias a un corsé de nuevo tipo, el cual tenía corte que no oprimía tanto la cintura, sino que la alargaba, comprimía el vientre, ensanchaba las caderas, soltaba el busto, el cual emergía en forma de pecho de paloma, que abovedaba la espalda, imponiendo una postura que recordaba el polisón.

Fuente: Diana Fernández González, El traje. Apuntes de su evolución histórica. La Habana, Cuba, 1991, p. 150

El corsé fue tema de apasionadas disputas entre hombres, mujeres, moralistas, médicos e higienistas, porque se consideraba de manera palpable los inconvenientes de su uso, las violentas e incurables enfermedades que ocasionó, su imperiosa necesidad desde el punto de vista estético y por la imposibilidad de relegarla al olvido, puesto que era parte esencial de la belleza y del vestir femenino.

La Academia de Ciencias de Francia realizó varios estudios con respecto a los daños que ocasionaba en los órganos abdominales, los que llegaban afectar el cerebro. “La belleza femenina” en Argos, año 1, T.1, núm. 1, México, enero de 1912, p.28.

Fuente: Velda Lauder,Corsets. A modern guide. New York, Chartwell Books, Inc, 2010, p. 59

El uso del famoso corsé no fue ajeno a las mujeres que comerciaban con su cuerpo: “los senos dan una apariencia escandalosa y repugnante merced de la mencionada prenda”.

Fuente: Catálogo del Centro Mercantil, México, 1904.

Fuente: Colección Familia De la Torre

Véase Matilde García, La indumentaria femenina, México, Nacional, 1969, pp. 84-87.

La mujer que portaba corsé era calificada de frívola e insustancial, incapaz de pensar en algo ajeno a su erotismo, quien la sociedad de la primera década del siglo XX veía como un ser lleno de coquetería, liviano y carente de espíritu, falto de buen gusto (característica de las mujeres públicas).

Los moralistas vivían en una constante contradicción: esa prenda sí la podían usar las damas de sociedad, pero las vendedoras de placer, no. El uso del corsé fue objeto de críticas severas, y calificada de prenda mala no la salud, sino por el hecho de tenerse como propia de prostitutas, como si la función erótica del corsé, la opresión de la cintura, el poner el acento en las caderas y en los pechos no fuera igual para las mujeres decentes y las indecentes.

Fuente: Carlos Roumagnac. Los criminales en México, México, Tipografía el Fénix.

Véase los trabajos de Jean Baudillard sobre el tema de la seducción en la moda: De la seducción, México, Rei, 1992, pp. 16-18.

El escote tampoco fue desconocido, al contrario, es muy antiguo. Durante el Renacimiento, las mujeres burguesas lo llevaban audaz y generoso, al igual que las mujeres de América tanto de nivel socieconómico alto como bajo. Se decía entonces que las comerciantes de su cuerpo “abrían las tiendas”.

Fuente: Velda Lauder,Corsets. A modern guide. New York, Chartwell Books, Inc, 2010, p. 115

No fue sino hasta 1590 que la reina Isabel I de Inglaterra, logró un verdadero realce de los senos por medio de un corsé que parecía armadura. Tres siglos después, hacia 1890, el fabricante de corsés Herminie Cadolle elaboró un sostén muy parecido a los actuales, hecho a base de encaje, tul y ganchos. La última década del siglo XIX y principio del XX dio paso a lo último en diseño de esta prenda interior. Se trata del brasier multiusos con escote profundo, cuya principal virtud es resaltar el busto.

Fuente: Lauder, op. cit, p. 93

Cfr. Véase los anuncios referentes a esta prenda en Chapultepec, El Siglo, Nosotros.

Los moralistas de la época revolucionaria se indignaban con estas fantasías y las juzgaba como inmorales, de un erotismo vulgar y poco decente. Pero las mujeres aferradas a sus caprichos siguieron sosteniendo la moda que dictaba Europa.

Fuente: José Clemente Orozco, Catarsis. Palacio de la Bellas Artes.

Confeti, México, 27 de junio 1917, año I, núm. 12, p. 4.

Las mujeres de la calle fueron grandes consumidoras del uso del corsé. Ciñéndose a nuestro país, no podemos dejar de mencionar la tradición del piropo callejero local, y no sólo esto sino las miradas claramente eróticas que muchos hombres lanzaban al paso, a veces apresurado, y sin ninguna pretensión provocadora, de la mujer.

Fuente: Fondo Editorial dela Plástica. José Guadalupe Posada. Ilustrador dela vida mexicana. México, Fondo Editorial de la Plástica, 1963.

Por lo que respecta al deseo de ser visto, está quizás más clara la sustitución, por causa de la represión social, del deseo sexual, por su deseo sublimado de exhibición. Cualquier tipo de exhibicionismo lleva consigo una dosis de erotismo y aquél será tanto más fuerte cuanto más reprimida esté una sociedad.

Gracias al diseñador Jean Paul Gaultier, la artista de pop Madonna uso esta prenda en el año de 1990. Dicha prenda fue subastada en el año de en el 2012 por la cantidad de 52 mil dólares.

Fuente: http://sevilla.abc.es 17 de Julio del 2017.